La vida es más dulce con mamá

Él es Lucas, quien te contará la historia más triste que ha vivido, en la que sintió que su vida ya no tenía sentido porque pensó que había perdido a su mamá humana.

Laura es mi mamá humana, me adoptó hace seis años. Ella es la persona más dulce que conozco y mi razón de ser.

Mi mamá humana trabaja a menudo, por lo que no pasa mucho tiempo en casa, sin embargo es organizada y aunque tenga muchas cosas que hacer, siempre hay actividades dedicadas a mí. No ha sido fácil adaptarnos, pero nos hemos acostumbrado, lo más importante es que nunca dejamos de pasar tiempo juntos.

Aquel día la sentía extraña y salió de casa con una bolsa más grande de lo normal. No estaba arreglada y recuerdo que acarició mi cabeza, me abrazó y me besó antes de irse. No sospeché nada porque todos los días se despide así.

Las horas transcurrieron, hice lo de siempre: esperar y esperar hasta el minuto que habitualmente regresaba; llegado el momento estaba listo atrás de la puerta para recibirla. Algo no estaba bien, percibí un aroma diferente, era otra persona que se estaba acercando a la casa, Sonia, la mejor amiga de Laura.

Entró, me saludó, tomó la correo y me llevó al parque, me confundí porque fue un paseo extraño. Después regresamos a casa, me sirvió comida y agua para luego marcharse. La puerta se cerró y no sabía qué hacer, así que continué esperando a mi humana hasta que me venció el sueño; ella nunca apareció.

Pasaron horas y horas. Sonia llegó y se encargó de mí, fue muy dedicada y me dio mucho amor, pero no logró animarme. Mientras más días pasaban, mi estado de ánimo decaía.

Nunca me sentí tan mal, daba vueltas por toda la casa tratando de comprender porqué Laura no volvía, entonces saqué un par de prendas con su aroma para sentirla cerca. Eso me ayudó a tranquilizarme por un momento, pero el sentimiento era fuerte y pensé que quizás tenían razón al decir que puedes morir de tristeza. Fueron siete días de su ausencia.

Al día siguiente, volví a sentir ese olor que me fascina. La vi entrando a casa lentamente, acompañada de Sonia con una bolsa gigante, la dejó en la entrada y ayudó a mi humana a sentarse en el sofá.

Por muchas ganas que tuviera de besarla, algo me decía que no podía recibirla eufóricamente como de costumbre; así que solo me acerqué, le lamí la mano y no me separé de ella.

Mi corazón por fin volvió a descansar, mi persona favorita ya se encontraba conmigo.

Para todas las mamás humanas: por favor no nos abandones. Nuestra vida no tendría sentido sin ti, le inyectas amor y felicidad a nuestros corazones.